A decir verdad yo no soy un gran amante del cine, sí, me gusta ver películas, he visto algunos clásicos de esos que se consideran «fundamentales», incluso he visto por voluntad propia y pagando películas chinas VOS en las que no se reparte ni una sola leche, pero no soy especialmente bueno como para realizar criticas sobre su mayor o menor calidad. Con esto lo que quiero decir es que mi opinión es tan válida como la de cualquier tipo que podais encontrar en la calle y que si luego no os gusta «Crimen Ferpecto» culpa mía no es, compraos un criterio.
Como decía me gustó «Crimen Ferpecto», supongo que por la misma razón que me gustan el resto de películas de Alex de la Iglesia, por que tienen mala baba y no son el típico tordo español de sentimientos exhaltados o la comedia algo casposa de toda la vida. Aquí una vez más el señor de la Iglesia mezcla la comedia con el cine negro y le sale un producto tan redondo como «La comunidad», aunque menos oscuro.
Escenas para el recuerdo y grandes diálogos aparte me ha encantado la fantástica crítica de la destrucción del hombre libre en favor de la idea del matrimonio. Las escenas de cuando Rafael (el protagonista y asesino involuntario) va a cenar a casa de Lourdes (la «mosquita muerta») no tienen desperdicio. Me metería en temas más metafísicos y esas cosas, pero no me gusta destripar películas, eso sí, si algo le debo a esta película es el haber descubierto porque no veo más cine español ni series nacionales. Por que me dan verguenza ajena.
No es así con las películas de Alex de la Iglesia, ni con el 100% de la producción nacional, pero cuando veo cosas como «Ana y los 7», «UPA», «Los serrano» o «Mar Adentro», con esos personajes que debería entender como cutres o trepas o apenados o lo-que-sea, lo que realmente siento es que son gente a la que he visto y oido, gente con la que me cruzo a diario. Solo el imaginar que en la vida real puedan ser tan patéticos como en la ficción me da escalofrios. Desafortunadamente el haber trabajado en un comercio me certifica que sí, la gente en este país tiende al patetismo y la cutrez, al cotilleo, al quejarse por quejarse y a apreciar la mediocridad por miedo a quedarse atrás. Somos un país de amigotes, donde no importa quien lo hace bien, si no quien es hijo de quien, un país de «cafe para todos», donde ser mejor que la masa es ser señalado con el dedo por hacer parecer inferiores a los demás.
Gracias señor de la Iglesia por permitirme ir al cine a divertirme viendo situaciones exageradas y no a pagar por ver lo mismo que puedo ver cualquier día en mi patio de vecinos pero sin auténtico sonido envolvente.
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