Un poco tontorrones estos días pasados. Entre el mosqueo que llevaba y la necesaria mención a Sonic el juego de hoy se ha ido retrasando pero tranquilos que hoy al fin hablaremos del juego que definió el fútbol en la NES. Juego que espero sea premonitorio, ya que Francia era una castaña comparada con España 😛
Nintendo World Cup
Desarrollador: Technos Japan
Plataforma: NES
Año: 1990
Primero y fundamental ante este juego. «Nintendo World Cup» no es un juego de Nintendo, si no de Technos. Tal vez esto no le importe a nadie, pero es para dejar clara la total incapacidad de Nintendo para hacer un juego de fútbol y si no ya loverán cuando se comenten otros grandes juegos de fútbol atribuidos a Nintendo que, oh vaya, no son de Nintendo. Pero dejemos de hablar de Nintendo y hablemos de Technos, compañía que así a bote pronto y sin un par de cervezas no dirá nada a nadie, claro que si digo los que hicieron «Double Dragon» ya la cosa cambia. Por supuesto a cualquier lector de esta humilde página se le conoce un mínimo conocimiento de este clásico de las tortas callejeras, aunque ya habría más dudas acerca de quién sabe de la existencia de la serie de Kunio-Kun, buque insignia de Technos en Japón. Pues sí, «Nintendo World Cup» es un juego de Kunio-Kun. Tanta gente compartiendo gustos con los comearroces y sin saberlo, lo que hay que ver.
Esto de Kunio-Kun es el nombre del protagonista de una serie de juegos que van desde los yo-contra-el-barrio a los clones de «Track and Field» o los juegos de balón prisionero (las siete vidas que lo llamamos en mi pueblo) y que por diox sabe que razón cosecharon bastante éxito entre los japos. La verdad es que Kunio con su cabezón y su cara de mala leche tiene su encanto, pero si no hubiese protagonizado este megaéxito no habría merecido más que cuatro lineas por estos lares.
Bueno, centrémonos en el juego y obviemos comentar que si Technos tuvo éxito en la NES con solo dos sprites diferentes para catorce juegos (a saber, el sprite de «Double Dragon» y el sprite de Kunio) es porque sus juegos tenían gracia. «Nintendo World Cup» tiene gracia y si no pensad en que os vino a la cabeza la primera vez que lo jugasteis. ¿Sus super tiros? ¿La posibilidad de combinar jugadas dando órdenes? ¿La ajustada curva de dificultad? No, lo que nos convenció a todos de jugarlo era darle una patada al contrario en los huevos y ver como se le salían los ojos de las órbitas. Y es que no hay nada que le guste más a un niño que la violencia absurda e injustificada.
Pero no seamos simplistas, ya somos adultos y no vamos a dejarnos llevar por el humor de videos de primera, al menos no sin antes consumir unas cuantas cervezas en ambiente distendido. Cuando superabas la fase de patear a todo lo que se moviera por el puro placer de causar dolor es cuando empezabas a jugar al fútbol y para ser un triste 6 contra 6 esto enganchaba más que esnifar cola de zapatero. Y eso que el juego tenía algunos defectos más que molestos, como lo rudimentario de su sistema estratégico que no te permitía más que dar un par de órdenes básicas cuando con algo tan simple como permitirte decidir a quién pasar el balón el juego habría cobrado una nueva dimensión. Aun así era un simple pedir más azucar cuando el juego ya de por si era un caramelo tal que hacía que te dolieran las muelas solo de verlo.
Eso sí, estaría mal acabar este comentario sin mentar los dos grandes extras que hacían y aun hace saltar a este juego de bueno a notable: su multijugador y su sonido. A estas alturas cualquiera sabe que a cuatro hasta el Trivial es divertido, pero en 1990 eso de los adaptadores multijugador era toda una novedad y si tenías la suerte de contar con un afortunado amigo poseedor del dichoso cacharro en NES solo había una opción clara: «Nintendo World Cup». De la música solo decir que del primer al último encuentro todas las melodías se iban pegando poco a poco en tu cabeza hasta asaltarte cuando ibas al baño, estabas estudiando para un examen o veías un partido en la tele, impulsandote a poner la consola y echar una partidita más. Total, siempre podías estudiar matemáticas por la mañana.
Pengo-nota: 8, nunca podré olvidar esos ojos saliendo de las órbitas 😛
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