Han pasado bastantes meses desde la última entrega de esta sección, pero hay veces en las que uno no encuentra el momento adecuado. Ahora lo es ya que llevo demasiado tiempo sin escribir (y tirando comentarios que podrían haber sido buenos), así que necesito soltar un poco de parrafada para desapelmazar los músculos, aclarar la mente y ver si aun estoy en forma. Hoy, una compañía de cuando los juegos franceses eran buenos (o de cuando al menos había juegos franceses): Delphine
Sur le pont d’Avignon
Aun siendo una de las desarrolladoras francesas más recordadas por los aficionados parece que no hay mucha información sobre su historia interna, o al menos no mucha que pueda encontrar alguien que tiene el francés tan oxidado como yo, pero haremos un esfuerzo. Delphine Software International se funda en París en 1988 como una rama más del grupo Delphine, un holding cultural dedicado principalmente a la música, y con Paul de Senneville en el cargo de presidente y Paul Cuisset como vice-presidente. De Senneville podemos olvidarnos ya que su cargo era más representativo que otra cosa pero Cuisset resultaría el auténtico motor detrás de algunas de las joyas que saldrían de esta creadora francesa.
Los comienzos de Delphine fueron los típicos de cualquier compañía normal: Un par de juegos entretenidos pero sin demasiada historia como «Castle Warrior» (Un RPG normalito) y «Bio Challenge» (un plataformas con toques de acción). Aun así no estaban mal y pronto la compañía consiguió su primera obra destacable, la aventura «Future Wars» de 1989. Esta cuenta la historia de un limpia cristales que se ve envuelto en una trama espacio temporal y al que hemos de guiar mediante el clásico interfaz de «point and click». El juego bebía directamente de las grandes aventuras gráficas de la época, con los trabajos de Sierra y Lucas Arts como claros maestros, pero «Future Wars» no es solo una buena aventura si no también un precursor del estilo gráfico y jugable que presentarían los siguientes juegos de la casa.
Enfant terrible
Viendo que lo de las aventuras gráficas funcionaba (y que el motor ya estaba hecho), Cuisset y sus hombres crearon otro par de juegos más para el género como «Operation Stealth» (protagonizado por James Bond en su versión americana) o «Cruise for a Corpse» (totalmente una novela de Agatha Christie). Ninguno de los dos son grandes maravillas, pero sí entretenidos para cualquier amante del género y con algunos detalles bastante curiosos, como la influencia del tiempo en el «Cruise for a Corpse» que hacía aparecer y desaparecer objetos según cuando visitaramos cada lugar.
Mientras tanto el que posiblemente resulte el mejor juego de Delphine estaba siendo programado por alguien en su casa y sin ningún tipo de ayuda. Ese alguien era Eric Chahi, quien había trabajado para el estudio creando el impresionante aspecto gráfico de «Future Wars». Antes de trabajar como grafista Chahi había programado diversos juegos en plataformas de 8 bits con lo que aprovechando el dinero conseguido gracias a su anterior trabajo se dispuso a crear por su cuenta y riesgo un juego completamente personal, encargándose el mismo de todos los aspectos, excepto el musical. Un año y medio después aparecería el fruto de su esfuerzo bajo el título de «Another World».
Jugado hoy en día «Another World» es uno de esos juegos que no puede ser apreciado correctamente ya que muchas de sus ideas han sido explotadas y mejoradas, pero para la época fue casi revolucionario. Con un estilo de control cercano al de «Prince of Persia», un apartado gráfico simple pero a la vez extremadamente complejo y bello, y una perfecta integración entre lo que es jugable y lo que está ahí simplemente para nuestro disfrute visual el juego de Chahi resultaba una deliciosa forma de tortura. Y es que la dificultad de «Another World» haría palidecer a muchos de los aficionados de tres al cuarto que pululan por el mundo y para muestra nada mejor que comentar este detalle: el juego no dura más de 50 minutos si completamos todas las pantallas a la primera (sacrilegio que dirían muchos) pero pasárselo la primera vez en menos de 10 horas requería una buena dosis de habilidad.
O la la!
Si bien «Another World» no era un juego común para la época también es cierto que no era un juego puramente de Delphine, ya que estos lo habían comprado después de que Virgin lo rechazara, la compañía francesa pronto hizo lo que se podría considerar su propia versión: «Flashback». La aventura diseñada por Cuisset aprovechaba el estilo de «Another World» para crear un thriller con elementos que recordaban a éxitos de la ciencia ficción moderna como Blade Runner o Desafío total y con una acción más en la linea de los primeros títulos de Delphine. «Flashback» es también por méritos propios un clásico, pero a Chahi no debió gustarle lo más mínimo que se aprovechara su motor y casi su idea sin tan siquiera agradecérselo en los títulos de crédito ya que no volvió a trabajar con Delphine más que en unos bocetos preliminares de lo que sería «Heart of the Alien» y se dedicó a otro proyecto que terminaría bastante peor, «Heart of Darkness».
Después de este par de joyas la producción original de Delphine cayó muchos enteros, en parte por la desaparición de sus formatos habituales como el Atari ST y el Amiga, en parte para estrujar al máximo sus dos últimos éxitos, y en parte (la mejor de ellas sin duda) para ayudar a montar Adeline Software International, una subsidiaria formada por ex trabajadores de Infogrames y de la que salieron «Little Big Adventure», su continuación y «Time Commando». En 1993 apareció «In Extremis» (un FPS del montón) y al año siguiente «Heart of The Alien», conclusión de «Another World» creada por Interplay y bastante inferior al original, mientras que los franceses creaban su peor trabajo «Shaq Fu» (un juego de lucha de Shaquille O’neil, no hay mucho que decir). En 1995 la compañía de Cuisset pareció recuperar el rumbo con una curiosa continuación en 3D de «Flashback» en forma de juego de disparos en tercera persona llamada «Fade to Black».
Voila c’est fini
Cambiando totalmente de tercio y demostrando que sabían hacer cualquier cosa, Delphine lanzó al mercado un arcade inspirado en el mundo del motociclismo de título «Moto Racer». El juego obtuvo un éxito bastante notable gracias a la escasez de juegos sobre el tema de las dos ruedas y la combinación de dos modalidades tan distintas como las motos de gran cilindrada y las de cross. Era un juego realmente divertido de jugar y los jugadores lo confirmaron con sus ventas. De todas formas «Moto Racer» acabaría siendo un regalo envenenado. El juego fue distribuido por Electronic Arts y debido a su buena aceptación pronto comenzó el síndrome EA, tocaba una de secuelas. El último juego fuera de la serie «Moto Racer» resultó un RPG al estilo de «Diablo» con entorno 3D y bastante logrado, pero no lo suficiente para protegerles de lo que les venía encima, se trataba de «Darkstone». Comprometidos con la serie «Moto Racer» los franceses pronto empezaron a sufrir la presión hasta que la cuarta entrega de la serie, «Moto Racer 3» acabó siendo un nido de bugs sacado con demasiada prisa.
Los siguiente ya fue cosa del destino. Mala gestión, directivos con sueldos muy por encima de las posibilidades de la empresa, la competencia internacional, la crisis de la industria del videojuego francesa… Al final en 2002 Delphine Software International salió del grupo Delphine despidiendo a la mayor parte de su plantilla. La situación del estudio era penosa y fue comprado por Doki Denki Studio en febrero de 2003 aunque en 2004 Doki Denki también cayó en el abismo y Delphine fue liquidada por mandato judicial. Desaparecía para siempre una de las grandes del videojuego francés. Varios de sus trabajadores han ido a parar a otras desarrolladoras mientras que Chahi está retirado del mundo de los videojuegos y Cuisset prepara un juego llamado «Total Racer» con su nueva compañía.
Linkografía
AL’s Homepage, ex-empleado de Delphine
REminiscence, clon del motor de Flashback
Página de Eric Chahi
Entrevista a Eric Chahi Entrevista a Eric Chahi
Eric Chahi en Nebulared
Adeline Software
Razones por las que desapareció Delphine
French Deconnection, sobre la crisis de la industria francesa
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