«Lo indie»: el concepto de moda estos últimos años. Hoy en día todo es indie pero nada lo es. Peter Molineux, dice que los indies no existen pero la gente considera su estudio indie. ¿Pero qué mierda es esta? Independientes han sido siempre los juegos ajenos a las grandes productoras del medio. Si están en la órbita de SEGA, Activision, Sony o Microsoft y estos te están pagando el sueldo no eres indi. Si te sacas los dineros de hipotecar la casa, trabajar en el Mercadona o sisarle a tu madre del bolso, eres indi.
Que bien sienta zanjar un tema de preocupación universal en el primer párrafo.
Desarrollador: Bit Blot
Plataforma: PC
Año: 2007
Aquaria es indi. Un juego hecho por dos personas y un par de colegas / familiares siempre va a ser indi porque las megaestructuras corporativas no suelen permitir este tipo de desarrollo. También porque un juego de sirenas no se lo vendes a una mesa de encorbatados así como así. Si no me creéis ahí está la historia para respaldarme, el género «juegos de hacer el pez» se puede reducir a The Little Mermaid, Ecco The Dolphin y Everblue. Ya se que hay otros juegos en los que se nada pero estos son los puntales del género. Estos y Aquaria.
Otro dato importante sobre Aquaria es que es indi antes de que ser indi fuera algo. En 2007 «Lo indie» aun no había explotado. Aun no existían los Humble Bundles y, de los cientos de juegos que hacían equipos pequeños, llegaban un par al año al público interesado. Los móviles tampoco servían de plataforma de acceso rápido así que los hombres aun eran hombres y las vacas mamíferos artiodáctilos. ¿Y todo este rollo de indi para qué? Para señalar que Aquaria no se comió un torrao, que la mayor parte de los que tenemos este juego es porque venía en un pack o rebaja de nuestra tienda digital de confianza y que el crimen de nuestra ignorancia lo tenemos que pagar.
En nuestra defensa valga decir que Aquaria tiene un problema de ritmo inicial que lo hace complicado de abordar. Traducido: las dos primeras horas de Aquaria son un coñazo solo apto para gente que tienen un poster de Ecco en la pared de su habitación. La historia de Naija, la sirénida a la que encarnamos, comienza con mucho estilo New Age, pececitos, buen rollo y poca chicha en general, una fuerte contraposición con los chispeantes inicios de Super Metroid, Castlevania Symphony of The Night o, sí, otra vez, Ecco The Dolphin. Este error es lo que ha alejado a mucha gente del juego, entre los que me incluyo, pero si somos capaces de avanzar descubriremos un mundo que crece de forma exponencial ante nuestros ojos.
Claro que tal vez no sea un error. ¿No estamos hartos del cliché del héroe que lo pierde todo y debe recuperarlo? Pues no haberlo deseado. Aquí tenemos una aventura de acción y exploración en constante crecimiento que, sin embargo, no nos obliga a casi nada. Sí, cada nuevo poder nos permite acceder a una nueva zona y, sí, hay un camino más o menos marcado, pero Aquaria nos deja explorar más allá de lo que deberíamos y nos deja admirarnos. Nos permite jugar a explorarlo todo o a avanzar sin contemplaciones poniendo ante nosotros una barreras lo suficientemente flexibles para nunca sentirnos atrapados.
Curiosamente el mayor aliciente para explorar no suelen ser la preciosa historia o los tesoros ocultos. Muchas veces nos vemos impulsados a recorrer un túnel simplemente por ver qué hay al otro lado. Mientras juegas a Aquaria no paras de buscar la belleza de sus diseños o los momentos que ofrece. Es un juego que sabe recompensar con simple estética, con el hecho de estar ahí y pasear pero que no se acaba en la forma. Esto no es Flower o Proteus. Aquí se viene a trabajar y no faltan ni las tensas secciones de lucha con los jefes finales ni los objetos escondidos ni los puzzles.
No todo es perfecto pero esta aventura submarina nos hace encariñarnos tanto con su mundo y sus personajes que cuando conseguimos completarla nos hace sentir vacíos y nostálgicos. Una vez lo dejamos, sabemos que echaremos de menos a Naija, sus canciones, sus habilidades culinarias y los parajes de su mundo. Salvo que consigamos ver el auténtico final. Entonces sí que conoceremos lo que es el vacío de saber que no habrá segunda parte y nunca más podremos visitarlos. Pagamos por nuestro crimen.